martes, 29 de septiembre de 2009

No dejas de sorprendernos

El domingo de nuevo ocupe el asiento 76 del estadio municipal de La Romareda, pero en esta ocasión iba con miedo, como vulgarmente se dice 'con la mosca detrás de la oreja'. La verdad es que no las tenía todas conmigo, pero una vez más el Real Zaragoza dejó a las algo más de 25 mil personas que acudieron a verle, boquiabiertas. Un 3 - 0 y a casa tan contentos.

La reacción después del bochornoso partido ante el Valladolid comenzó a vislumbrarse el pasado jueves cuando los blanquillos viajaron a la tierra natal de don Marcelino García Toral. Sí 'DON' porque este entrenador es de lo mejor que ha pasado por la casa en mucho tiempo. El Sporting venía de empatar contra el Valencia en la casa 'Ché' y el Real Zaragoza venía de perder como local... Mal pintaba la cosa. Pero he ahí que surgió un descomunal medio del campo que controló en todo momento el balón y, a falta de la pegada, ese partido terminó en un empate que sería sublime si se ganaba al 'Geta'. Se ganó, vamos que si se ganó.

Claves de la victoria puede haber muchas: la táctica, el balón parado, Abel Aguilar, Pavón, el descomunal Leo Ponzio, la defensa mejorada que no renovada,... Pero desde el asiento 76 sentí que la clave del partido estuvo en la actitud. ¿Por qué? Porque hace mucho tiempo que no veía al Real Zaragoza morder como un león, presionar y correr hasta robar el balón y alojarlo en la portería contraria. ¡Qué satisfacción volver a verlo!

Me dejó tan extrañado ese partido que desde el comienzo no me moví de mi sitio, de brazos cruzados observaba atónito como Pavón en un corner hacía el 1 - 0. Como minutos después el mismo Pavón, también desde el mismo saque de esquina, remataba un balón para que Abel Aguilar pusiera el segundo en el marcador. En ese momento todavía no me había levantado de mi asiento, - oigan la sorpresa es lo que tiene que te deja inmóvil - . Pero que mejor para desentumecer el cuerpo que con buena música y esa siempre la trae la ‘samba’ de un Ewerthon que salió como una flecha. En apenas unos minutos dio una asistencia de gol de bella factura que se convirtió en el tercero. Era hora de fiesta y, a mi pesar, levantarme de este asiento 76.

Si me lo permiten, puede que el próximo sábado cambie el asiento 76 de la Romareda por otro asiento el del Vicente Calderón. Porque hay asientos 76 en todos los campos, les descubriré una victoria de nuestro Real Zaragoza desde la capital. Seguro que sí.

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