Quería agradecerle que, junto con jugadores y afición, nos devolviera a Primera División. Le estaré eternamente agradecido. En mi opinión ha descubierto la grandeza de esta tierra, la cabezonería y el honor que miles de gargantas zaragocistas consagraron anoche su nombre. A las ocho de la tarde se despidió usted con cara alicaida por la derrota de la hinchada blanquiazul. Yo le digo, debe estar orgulloso.
Orgulloso porque no es fácil levantar a una hinchada, unirla y hacerla gritar. Orgulloso porque hizo la más difícil todavía, ya que cuando el pesimismo se instauro en periodistas, directivos y aficionados usted dijo que el Real Zaragoza no iba a perder ningún partido de aquí a final de temporada. Tuvo razón y ese raciocinio fue la base del ascenso.
Parece ser que usted anoche en esa reunión en la guillotina millonesca que ofrece Agapito Iglesias 'solo' ofreció trabajo y más trabajo. Algo que para la directiva no fue suficiente, sabe porqué. Porque ellos nunca han sabido trabajar bien. Porque mientras usted estaba intentando confeccionar una partida Agapito se dedicó, en lugar de fichar jugadores, a traer a Antonio Prieto y Gerard Poschner. Porque cuando lo que se necesitaba eran refuerzos en la delantera ellos trajeron a Babic.
No le podemos echar absolutamente nada en cara señor Marcelino. Tan sólo agradecerle lo que ha realizado por este club y esperar que no tenga que encontrarse con los mismos papanatas en la próxima ocasión que regrese al Real Zaragoza.

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